Curiosamente en un país en el que los seguros de decesos son una tradición, se sigue arrastrando cierto prejuicio ante la contratación de algo tan común como un seguro de vida. Éste hecho puede que tenga que ver con un modo de ver el aseguramiento que afortunadamente va cambiando de manera muy importante con el paso de los años, ya que, efectivamente, los seguros de vida en general son un producto muy importante a tener en cuenta.
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Es cierto que al no existir teóricamente una obligatoriedad sobre la contratación de un seguro de vida (y decimos teóricamente ya que en determinadas circunstancias sí es obligatorio) como por ejemplo ocurre con los seguros para vehículos, pareciera que se trata de un producto de aseguramiento menor, el que tiene más que ver la voluntad de contratación del usuario que la propia necesidad de aseguramiento, algo que en otros países ya ha evolucionado de tal modo que un seguro de vida resulta tan natural como cualquier otro producto de aseguramiento obligatorio.
¿Contratar un seguro de vida?
A nadie le gusta contemplar un escenario en el cual haya que incluir su propio fallecimiento o incapacidad, ahí radica, al menos en nuestro caso, uno de los motivos que genera pereza en la contratación de seguros de vida.
Sin embargo, no existe un producto más indicado para este tipo de situaciones como los seguros de vida. Es decir, guste más o menos al usuario esta situación son parte de la vida de las personas, y, ante ellas, desde el punto de vista económico en dirección a nuestro herederos, no hay otro producto que responda mejor. Desde luego, este es el mundo el principal motivo por el cual las personas contratan seguros de vida.
¿Qué tener en cuenta?
A la hora de la elección de un seguro de vida no vamos a tener muchas diferencias en relación a si estuviéramos tratando de elegir otro seguro, es decir, nos fijaremos en cuestiones similares:
La primera de ellas es analizar nuestro nivel de aseguramiento: se da en muchos casos que un usuario acaba sobreasegurado de manera innecesaria, esto viene dado porque muchos productos financieros proponen la contratación en paralelo de seguros de vida de los cuales nos acabamos olvidando y que, a pesar de nuestro olvido, sigue cumpliendo con su función.
Por tanto en primer lugar debemos tener en cuenta qué seguros poseemos, qué coberturas nos ofrecen y cuál es el capital liberado en caso de fallecimiento o invalidez en esos seguros, teniendo en cuenta por ejemplo, que los seguros asociados a productos de financiación no suelen cubrir más allá que la propia deuda de la financiación.
Lo siguiente que tenemos que tener en cuenta es el equilibrio entre lo que pago y lo que recibo. Esto va a significar una comparativa seria de la oferta de diferentes compañías, algo que debiéramos hacer con todos los productos financieros y de aseguramiento.
Por último, y no menos importante, se trataría una vez determinado el seguro que más nos convence, de ver las posibilidades de unificar alrededor de dicho seguro otros productos de aseguramiento en paralelo que ya poseamos, pero que, trasladados por ejemplo en un cambio de compañía, puedan abaratar sus primas. Esto desafortunadamente el usuario medio lo hace menos de lo que sería recomendable, ya que, los productos de aseguramiento personal son unos de los de menor nivel de movilidad entre compañías entre las diversas familias de productos de aseguramiento.